domingo, 19 de diciembre de 2010

MEJOR MARCA PERSONAL

A finales de los años 70 del siglo pasado, con el tirón de los primeros maratones populares, se empezaron a popularizar las carreras populares de distancias más cortas. La participación en los primeros años estaba formada por atleta más o menos profesionales, algún deportista de otras disciplinas que se animaba a correr y mucho descerebrado que se pensaba que correr era cosa de cobardes y por lo tanto muy fácil.
De este boom inicial, algunos de los que se engancharon corrían siempre para bajar su marca personal, pero la mayoría de las veces sin la preparación adecuada.
De estos años en que muchos corríamos con las bambas y se veía a gente corriendo con pantalones de vestir, desde vaqueros a milrayas, se pasó a una travesía del desierto en la que las carreras que se fueron profesionalizando, tanto por la organización como por la participación, sobrevivieron, y muchas otras terminaron por desaparecer. Hasta llegar a finales de los 90 en las que el footing dio paso al running o simplemente al “correr”, viendo una proliferación de carreras impresionantes.
En la actualidad existe un gran negocio montado alrededor del atletismo popular: material, clubs, entrenadores, páginas webs, etc. Y parece que el único interés vuelve ser hacer marca. Hace años leí un artículo que decía, contra el LSD, el LSDR (long slow distance run), parece que los beneficios de la carrera a ritmo suave para la salud están suficientemente demostrados, pero lo que no está claro que sea igual de beneficioso correr a altas intensidades.
Aún así, conociendo todos estos antecedentes, hoy me planto en Aranjuez para hacer la carrera popular. Mi idea era ir con Carlos, pero se ha ido de viaje y he salido solo. Después de estar para arriba y abajo con las carreras de los niños, la lluvia y el frío, nos ha tocado el turno a la carrera popular. A pesar de colocarme en mi cajón de 45 a 50 minutos, sucesivas avalanchas me han empujado hacia adelante, casi hasta las señales de 40 minutos. Lo bueno de todo es que ha dejado de llover y la temperatura era casi ideal para correr, un poco fresca para mi gusto. Enseguida he empezado a pasar gente y aunque intentaba frenarme he tirado pa´lante. Los primeros 5 km. en 22´ 35´´ y he empezado a pagar el pato. Los segundos 5 en 23´07´´, un poco más lentos pero no tanto como pensaba. Final 45´37´´ m.m.p. desde que volví a correr habitualmente y recuperando las marcas de hace 10 años.
Pero una vez más de lo que he disfrutado ha sido de la carrera y ver cómo un puñado de locos se ponen pantalones cortos (es un decir: mallas, calcetines técnicos, camisetas hipertécnicas, pulsímetros, GPS, etc.) y zapatillas (que ya no son las bambas de antes) y a pesar del frio y del agua se ponen a correr por las calles de cualquier ciudad, Y si está la familia apoyándote mucho mejor.

domingo, 12 de diciembre de 2010

AKILES... 28 AÑOS DESPUÉS

Esta mañana parecía un día propicio para hacer una rodada larga, pero después del lamentable inicio de diciembre con sólo una sesión de carrera, no parecía lo más propicio. Pero al salir me he acordado que hoy era el Trofeo Akiles en la Casa de Campo y en vez de ir al circuito habitual, he salido en sentido contrario de las agujas del reloj para “ver” la carrera. El caso es que al llegar al Lago anunciaban dos minutos para la salida y he pensado que no estaría mal dar una vuelta por Garabitas acompañado de un puñado de corredores y hacer una carrera emblemática del circuito madrileño. Me he puesto a cola de pelotón para no molestar y he salido sin dorsal. A un ritmo muy lento, pero ya desde el principio pasando a gente que iba muy relajada. Las dos subidas me han costado un poquillo, pero la bajada ha sido rapidilla, lo malo la acumulación de kilómetros. He seguido la carrera hasta el 8,5 y he salido por la puerta de Dante, pero en la cuesta mis pies han dicho basta. Casi 13 kms. para esta mañana dominical.
Han pasado 28 años desde esa primera vez que corrí el circuito Akiles, donde tengo mi m.m.p. en 10 kms. con 38´ a pesar de las cuestas.
Desde luego han pasado muchas, muchas cosas, pero la Casa de Campo continúa en su sitio y sigue siendo válvula de escape a esta ciudad que nos mata.